24.7.12

Althea.




Agradezco ese ligero frescor nocturno que entra por la ventana a estas horas.

El silencio invade la casa, tan solo interrumpido por el sonido que Pelusso hace con su rueda diminuta, el crujido de las sabanas al moverse mi princesa en la habitación de al lado y el susurro de Anni B Sweet con su Shiny days...

Acabo de tener mi momento egocéntrico pintándome las uñas de los pies y saboreando un Drácula de hielo.

Estoy en uno de esos ratos en los que le doy vueltas a las cosas pero desde una perspectiva diferente.
Sé que es algo momentáneo, que como dice mi ángel de la guarda, soy una veleta, muy variable.
Ahora en calma.
Viendo desde lejos las cosas, como si no fueran conmigo.


No va bien, lo sabes.
Pero pensándolo muy fríamente tan sólo es uno de tantos males.
Y no tienes fuerzas para luchar.
No puedes seguir tirando del carro cuando ni siquiera eres capaz de mantener tu propio equilibrio.
Es ilógico.
Absurdo.
Te empeñas. Gastas tus energías en ello. Y como respuesta apenas nada.
Dice ser así, dice no ser merecedor.
Dice no estar para nadie, por culpa de sus propios baches.
Tu, que tampoco estás para nadie, necesitas más que nunca que estén por ti.
Que luchen y se dejen la piel por ti.
Necesitas creer.
Y no hay motivos para ello.

Frena.
Se egoísta.
Haz una lista de las cosas que deberías empezar a hacer para sanar tu alma.
Si tu te sientes bien, todo irá sobre ruedas.
Cuídate.
Mímate.
Pasea sola. O ya que te pones... corre!
Cómprate esa trilogía marranita de la que te han hablado y disfruta de ella en estos días veraniegos.
Tienes frente a ti todo un mes para ponerte a prueba.

Sé que lo harás, aunque a medias... y ya será un logro. Créeme.
Sé que lucharás contigo misma y recaerás... y volverás a las andadas,
sabiendo que te hace mal y bien a un tiempo... sabiendo que no da más de sí.

Pero tú, que la cabezonería te puede, no tienes remedio.
Tú que dices no tener fuerzas, no dejas de luchar.
Llegará el día que esa perseverancia que acostumbras a usar dé sus frutos y entonces sonreirás...
al ver que ese camino lleno de piedras quedo alisado por tus pisadas...


... que se hace camino al andar...





23.7.12

El espejo del alma.


Que los días y años pasan es inevitable y evidente.
Que esa mirada inocentona que nos gastamos de niños, con el tiempo y la circunstancias se va apagando y nos queda un deje de resquemor, acentuado en unos más que en otros.

Que si años atrás nos hubieran advertido... o mejor dicho, si hace esos mismos años hubiéramos hecho caso a ciertas advertencias sobre la vida, otro gallo hubiera cantado.
Y quizá, sólo quizá... tendríamos además distinto fondo en la mirada.

Que los años quizás pesen... pero más las experiencias.
Que cuando el camino elegido te abofetea, eso queda tatuado por siempre en tu cara.

Y aunque rías, aunque a ratos te carcajees, el fondo de tu expresión refleja el sufrimiento vivido.
Cicatrices no visibles de tono grisáceo.
Pesadumbre que se marca más que las mismas patas de gallo.
Tristeza en lo más profundo del iris.

Estos días me encuentro baches nuevos e inesperados.
A ver cómo hago para salvarlos.
Ganas locas de mirarme al espejo y encontrar tranquilidad y descanso en mi mirada.
De momento sólo veo preocupación y nervios.







5.7.12

Mi mundo panza arriba.



Aquí,
desde esta habitación desde hace días caótica,
donde se agolpan y amontonan juguetes mil,
entre ellos mi despacho improvisado...
(mesa infantil Mammut azul de Ikea/
sillón con forma de mano en rosa fucsia)

El más absoluto caos.
Como acostumbra a ser mi vida.

La espalda pinzada.
Todo mi cuerpo un nudo,
producto de la tensión y las malas posturas.
Primeros 50 € (de muchos más...) entregados esta tarde a un fisio,
que espero que al menos resuelva ese aspecto de mi existencia.

Fisio.- No entiendo cómo has podido estar así tanto tiempo, toda un bloque de arriba abajo, tensa, músculos inflamados.
(¿Acaso me queda otra opción?)

Fisio.- Te darían la baja enseguida. Necesitas descansar.
(Si... ya...)


No puedo con este agotamiento,
mierda de desesperanza.
Que cuando algo sale bien, otros tres algos se tuercen.

Otro par de días eternos de llorar, de faltarme el aire, de sentir que mis fuerzas se acaban del todo y me desplomo.

Otra bajada, de esas de vértigo, de la p*** montaña rusa.

Sobreviviré.
Siempre lo hago.
¿¿Acaso me queda otra??