Haz que se quede pegado a mi nariz,
que me inunde,
que me envuelva.
Que me transporte a cierto tiempo atrás,
en aquel preciso instante en el que nuestra almas se hablaban
por fin
y enmudecían nuestras bocas.
Aquel momento en el que unos planetas soberbios,
decidieron bajar las armas,
sonreír de un modo mágico y alinearse.
Cuán difícil puede resultar algo así.
Sigue pareciendo imposible.
Uno. Dos.
Dos...
Veintidós.
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