Perfect day.

Levantarse temprano para aprovechar al máximo las horas.

Contactar con esa persona que te hace sentir bien.
Buscar un sitio donde poder hablar tranquilos de nuestras cosas acompañados de un café.
Disfrutar de un paseo bordeando el mar, abrigados con el dulce calor del sol.
Sentarse un rato sobre las piedras redondeadas y contemplar el agua totalmente en calma.
Empaparse de esa calma, dejando que los malos momentos sean solo un vago recuerdo.


Abrazarse.
Abrazarse mucho.
Abrazarse y no querer que ese momento acabe jamás.
Sentir que las palabras no importan.
Que el silencio compartido en ese abrazo intenso alimenta mucho más al espíritu.
Expresa muchísimo más.
Se dice todo sin despegar los labios.


Andar y andar montaña arriba, dejando que se oxigenen nuestros cuerpos abatidos.
Descubrir un sitio nuevo y hacerlo nuestro.
Mirando el mundo desde el.
Ser conscientes de como la tranquilidad hace despertar nuestros estómagos encogidos,
después de muuuchas horas sin darle alimento y sonreír al oír sus gruñidos.


Hacer grandes esfuerzos para despegarse, ponerse en marcha y buscar un sitio para comer.
Disfrutar de esa comida temprana, en un sitio ideal, con la compañía perfecta.
Coger el coche para seguir nuestro plan improvisado y darnos cuenta de camino que se pinchó una rueda.
Cambiarla y "burlarnos" de ella, porque no fue capaz de fastidiarnos el día.


Ir a esa playa desierta en febrero.
Tumbarnos sobre la arena, con el murmullo de las olas de fondo.


Descubrir que cambiar un día fatídico por uno totalmente lleno de color es fácil y está en nuestras manos.